LA ILERA

LA ILERA, así
han llamado desde siempre a nuestro río las gentes de los pueblos de su cuenca.
Es una corrupción de la voz
"glera" -literalmente,
terreno con mucho cascajo-, nombre que también recibe el río Oja por tener su
lecho plagado de
piedras.

Los chiguitos de 'La Ilera' somos unos cuantos riojalteños
que
nos resistimos a sucumbir ante el virus del
urbanita a base de monte, un poco de toponimia típica y un mucho de vino
con
chorizo. La ruralización navega despacio, y hay
un largo camino hasta que uno puede calzarse con dignidad una
boina.

Nosotros
lo acabamos de empezar con ganas de pasarlo bien; porque tomárselo todo a
cachondeo es una cosa muy
seria.



29 de junio de 2009

Foticos

Bueno, aquí va mi primera aportacion al blog.

Las siguientes fotos ha sido tomadas en alguno de nuestros paseos por senderos riojanos.


San Lorenzo fotografiado desde el Rebollar de Burraldia en el paseo por las aldeas de Tondeluna y Arviza (Ojacastro).



Este cantueso esta fotografiado en el mismo lugar que la anterior fotografía, en la zona se localizan varias especies de flora melifera (tomillo, retama...)



Peña Santorcuato (Ezcaray), tomada desde el barranco del río Artasa, afluente del río que da nombre a este blog ¨río Oja¨.

23 de junio de 2009

Arviza y Tondeluna

¿Quién necesita ver las noticias de la Vasca para echarse unas risas con las toponimias vascas de nueva creación (por ejemplo, Tutera por Tudela) cuando puede disfrutar de auténtica toponimia eusquérica sin salir de casa?

Pues a eso dedicamos otra tranquila mañana de sábado, a recorrer algunas de esas aldeas que jalonan todo el valle del Alto Oja de nombres vascos desde las lejanas épocas en que los reyes castellanos repoblaron estas zonas con gentes del norte. Y he aquí los resultados.

Esta vez elegimos uno de los senderos que recorren los montes de Ojacastro, los 'Paseos de Arrupia'.



Existen tres rutas diferentes, una por la margen oriental del río Oja hasta Ulizarna, y otras dos por la occidental; éste es el caso de la ruta que lleva hasta Zabárrula, de la que próximamente hablaremos en la reseña de nuestro paseo por la Dehesa de Valgañón, y de la que protagoniza esta nueva entrada en nuestro blog.

La ruta, editada por el Ayuntamiento de Ojacastro en forma de folleto, y cuya versión en formato pdf puede conseguirse en la propia web del pueblo, parte de la zona de la iglesia con rumbo al oeste.

Nosotros, ya sea por llevar la contraria, ya sea por comenzar la caminata cuesta abajo, realizamos el paseo en sentido contrario al que indica el folleto, y comenzando desde el Barrio de Pisón -circulando en dirección Santo Domingo-Ezcaray, son las primeras casas que se encuentran al cruzar el Oja-, en lugar de hacerlo desde el centro del pueblo.

A pesar de ignorar la dirección indicada para este paseo, y como se avanza constantemente por un camino/pista forestal hasta alcanzar las aldeas de Arviza y Tondeluna, la ruta no presenta ningún problema a la hora de ser seguida correctamente.

Obviando otros detalles referidos a las curiosidades que se pueden apreciar durante la marcha, como los cuezos de Santa Marta -a la izquierda del camino, en la ascensión previa a Arviza- y Tondeluna, y que ya se detallan en los foletos enlazados más arriba, tan solo cabe destacar que una vez pasada la aldea de Tondeluna, la pista desaparece, y la ascensión continúa por una senda más estrecha que se adentra en el bosque.

Entre hayas y rebollos se hace cumbre con rapidez y se desciende hasta el Barranco del río Artaso; después se vuelve a retomar el camino ascendente, y se inicia el descenso definitivo que nos llevará a abandonar el bosque para dar con otro pequeño valle que recorre el Barranco del Ángel.

Una vez aquí el camino lleva hasta el núcleo principal de Ojacastro, dejando nuestro punto de partida a la izquierda. Podemos optar por acercarnos hasta el pueblo, cuya Plaza Mayor, con típicas casas serranas, iglesia y picota incuidos, es más que recomendable. Si no, siempre podemos atajar para llegar directamente al punto de partida. ¡Pero mucho cuidado con pisar los pimientos, o los lugareños os crujirán muy lindamente las costillas!

18 de junio de 2009

Tradición oral

En su edición de hoy, el diario La Rioja traía en su contraportada un artículo acerca de los múltiples nombres del río Oja.

Como ya sabran ustedes si han leído nuestra presentación -esa docena escasa de líneas bajo la brumosa fotografía de nuestro río-, uno de esos nombres es el que hemos escogido, por tradicional y apegado al terruño, para bautizar esta cosa de ir al monte, meternos en ríos, pasarlo bien y almorzar mejor que es 'La Ilera'.

La cosa es que, leyendo el artículo de marras, puede apreciarse que, efectivamente, entre los nombres que el periódico recoge entre aquellos que se dan al Oja en los pueblos de su cuenca, se encuentra el nuestro. Pero la duda nos asalta cuando, oh sorpresa, vemos que lo escriben con 'H' inicial. La Hilera.

Al ser este nombre algo propiamente apegado a la cultura popular del valle y no estar reconocido -como si lo están Oja y Glera- de manera oficial, dudamos que exista una grafía expresa para el mismo. Se le llama así en las calles y plazas, y así pasa de abuelos a nietos, oralmente. Por eso, porque las cosas que no sufren la intromisión de instituciones ajenas que las oficialicen, suelen optar siempre por el camino más corto y simple, es por lo que nosotros decidimos que, al escribir el nombre que los viejos daban desde siempre a nuestro río, lo haríamos de la manera más corta y simple; esto es, la Ilera. Y esa norma pretendemos seguir con cada uno de los lugares que traigamos a nuestro blog. No en vano la toponimia típica es uno de nuestros pilares básicos, y es casi tan importante como el respeto al medio ambiente o el obligatorio disfrute del olor de los sarmientos cuando los lame una buena llama.

Debido a semejante coincidencia, hemos intentamos aportar nuestra humilde opinión contando esto que ahora aquí exponemos en uno de los comentarios a pie de la noticia, pero se ve que, al añadir la dirección de este nuestro blog, la censura entró de oficio y nos borró ese poquito de autobombo.

Pero como mientras nos queden chorizo y tintorro no existe lugar para el rencor entre nosotros, he aquí un enlace con en la edición digital de La Rioja, que bien se lo merece semejante artículo etnográfico. Ojalá se prodigaran más este tipo de noticias tan nuestras y ampliaran la sección de 'regional', gracias a la cual puede uno enterarse de cosas tan interesantes como, por ejemplo, los gustos culinarios de Titín o que al alcalde de Ribafrecha se le ha muerto una vaca.

9 de junio de 2009

Neveras de Moncalvillo y Barranco del Colorao

A las faldas de la sierra de Moncalvillo, en Santa Coloma, alcaldes de cincuenta y nueve pueblos riojanos celebraron, allá por el 8 de diciembre 1812, la convención en la que pedían el reconocimiento de La Rioja como provincia independiente de las de Burgos y Soria.

Ciento sesenta años después llegaría la autonomía que hoy se celebra, jornada festiva que hemos aprovechado para estrenar el blog de rutas de 'La Ilera' con una ascensión hasta las Neveras de Moncalvillo, que ahora completamos con cuatro datos y una breve reseña.



La marcha comienza junto a la 'Casa de la Nieve', en el centro de Sojuela, junto a la Iglesia. La Casa de la Nieve es un centro de interpretación creado recientemente, cuando se efectuó la recuperación de las neveras y la señalización para el senderismo del camino que nos lleva desde el pueblo hasta ellas.

Es por esto que todo el camino está perfectamente detallado, e incluso en los tramos que pudieran ser más conflictivos, como el cruce con el 'Sendero del Molinero', la ruta se sigue con facilidad. Tras unos metros en que ambos coinciden, se continua avanzando hasta una zona conocida como el 'Mirador del Valle', donde hacemos las primeras fotografías del monte, con una vaguada a nuestros pies y Sojuela y Medrano, entre otros, al fondo.

Al ser un camino completamente ascendente, la variedad de árboles es muy amplia; en el primer kilómetro aún existen zonas de cultivo, que cambian después a monte bajo. Conforme vamos alcanzando alturas más elevadas nos vemos rodeados de carrascos, pinos o hayas.

Precisamente en este punto, poco después de abandonar el mirador atravesamos un pinar de repoblación, que será por donde transcurra nuestro camino durante los kilómetros siguientes. Posteriormente, avanzamos dejando a nuestra derecha un arroyo, y en su cabecera encontramos la Fuente de la Ojosa. Suponemos su potabilidad al aparecer señalada; el agua sale muy fresca, y debe de ser sana, ya que tras beber abundantemente ninguno ha sufrido explosión estomacal alguna.

Tras la fuente, otra curiosidad natural, el Haya del Rayo, un enorme ejemplar con el tronco desgajado que cuelga a la derecha del camino, junto a un barranco. Durante todo el camino, y salpicados entre el bosque predominante que, como hemos dicho, varía dependiendo del monmento de la ascensión, nos encontramos con ejemplares sueltos de otras especies -álamos, tejos, etc.-, perfectamente señalizados para que incluso el visitante menos experto pueda distinguirlos.

Y así continuamos la subida, por senderos plagados de piedras o cómodas alfombras de acículas y hojas desprendidas de los pinos o las hayas hasta que, ya cerca del final, la sorpresa llega durante el último kilómetro, cuando descubrimos las 'ensecadas'.

Las ensecadas son lechos de antiquísimas formaciones glaciares que hoy están cubiertos de grandes rocas, dando la gran impresión visual de encontrarnos ante un 'río de piedras'. El descubrimiento de esta espectacular formación natural, hasta hoy completamente desconocida para nosotros, durante la primera salida de 'La Ilera' fuera de la ya conocida Rioja Alta, nos resulta bastante indignante, y es un indicativo del escaso conocimiento que los riojanos tenemos de nuestro propio entorno natural; pero a su vez nos da nuevos ánimos a la hora de seguir conociendo y pateando los montes de nuestra tierra en busca de sorpresas como ésta.


Las ensecadas, auténticos ríos de piedras


Y así, pateando, llegamos en un último esfuerzo hasta la cima, donde las cinco neveras perfectamente restauradas que eran el objetivo de nuestra ruta se ven acompañadas por una vieja choza, el moderno puesto de observación del retén de incendios y unas magníficas vistas, con la cima del Serradero al oeste y el Camero Nuevo al sur, alzándose tras las menos elevadas cotas de esta sierra de Moncalvillo.

Tres de las cinco neveras, perfectamente restauradas


Almorzamos arriba, entre las neveras, y es después es cuando comienza nuestra poco recomendable aventura -primera salida, primera dosis de humor-. Emepezamos sin dejar pasar la oportunidad de transgredir levemente la ley para tirar unas fotos de lo más espectacular, y después nos acercamos hasta el 'Barranco del Colorado'.

El comienzo del barranco, cuyas paredes rojizas pueden observarse con facilidad entre el verde boscoso si se circula por la Autovía del Camino entre Logroño y Nájera, se encuentra unos doscientos metros pinar abajo, justo detrás de la torre de vigilancia forestal.

Es muy recomendable acercarse hasta el límite del pinar para contemplarlo, pero nada más. Créannos.


Empinado, ¿eh?


La bajada se aprecia arriesgada desde arriba, por lo que cualquiera con un poco más de seso en la cabeza que de sardinas con tomate en el estómago se cuidaría mucho de intentarla; pero como hemos almorzado más que bien, nos lanzamos pared abajo con la intención de llegar por el barranco hasta Daroca de Rioja, y volver al punto de partida a través de caminos rurales, ignorantes de lo que nos encontraremos más adelante.

Después del primer tramo de descenso, en el que las rocas sueltas se desprenden con facilidad, la ruta sigue encajonada entre las paredes del barranco sin más complicaciones que algún eventual salto y la presencia constante de rocas que las aguas que oradan el barranco se encargan de transportar. Todo parece indicar que, tras la temeridad de la primera bajada, llegaremos por esta ruta hasta Daroca.

Pero nada más lejos de la realidad ya que, con apenas dos kilómetros recorridos, nos encontramos otro salto, de mayor desnivel que los anteriores. A primera vista, parece arriesgado -ya decimos que es un poco locura un poco estupidez meterse sin preparación alguna por aquí-, pero lo que se adivina después es definitivo.

Se intuye un nuevo salto, esta vez insalvable -y así es, pues el salto es de unos ocho metros, como pudimos comprobar observando las fotos de otros sanderistas que habían llegado hasta su parte inferior, sin contratiempos, tras partir de Daroca-, por lo que decidimos no intentar rompernos la crisma allí, pues ya habrá otras rutas para lograrlo.

Nustro avance se acabó en la parte superior de este salto. A dar la vuelta.
[Foto: espeleogel.com]


Retrocedemos lo andado hasta la pared inicial, que se sube con ciertas dificultades, sobre todo en sus últimos metros, donde solo un pequeño arbusto nos permite obtener un asidero consistente para salir de allí, en contraposición de todas las rocas que le rodean, que presentan un equilibrio demasiado inestable, con el inherente riesgo de sufrir una muy dura caída barranco abajo.

Como complemento para comprender nuestra gran tara mental que nos llevó a echarnos barranco abajo, basta con echar un vistazo a la reseña de un grupo de barranquismo sobre su experiencia en El Colorao. Ojito al aquipo que recomiendan, y nosotros con un bastón y una rama de pino...

Síntoma de lo poco recomendable que es intentar caminar por el interior del barranco como hemos hecho, y de las grandes dificultades encontradas a la hora de salir de él, es el alivio que sentimos al sabernos fuera definitivamente. Con todo esto, creo que no hace falta insistir en que, si sois unos simples caminantes como nosotros, no se debe emular nuestra locura.

Pa habernos matao


Una vez de nuevo arriba, junto a las Neveras, y a pesar de que aún nos quedan siete largos kilómetros de descenso, sentimos que esta primera caminata puede darse por acabada. No ha estado mal para ser la primera que reflejamos en este blog, que esperamos seguir engordando con otras rutas que contribuyan menos a nuestro imparable deterioro mental. Si es que nos metemos por cada sitio...

Distancia: 18,23 km
Altitud min: 654 m, max: 1.419 m
Desnivel acum. subiendo: 1.230 metros, bajando: 1.228
Tiempos*: ascención Sojuela-Neveras: 2:00h
en el interior de 'El Colorao': 1:30 h
descenso Neveras-Sojuela: 1:35h
*incluyen frecuentes paradas para fotografiar